jueves, 12 de julio de 2007

PACHA MAMA

Estamos hechos de viento y no entendemos que el curso esta marcado para volar a cualquier sitio. La gran soledad de nuestra aura es solo la elección ante la desidia de nuestra alma y el desaliento de nuestras reales convicciones transformadas en simples gemidos que apoyan torrentes de sangre. El encarcelamiento sigue, la irreflexión mental nos detiene y la sobrades equivocada de otros, nos delata débiles por que la queremos adquirir como si nuestra imaginación no bastara, como si nuestro temple no fuera un tótem puesto en su lugar, ese que queda al lado de la mente y por ello evidencia la razón de ser del corazón. Queremos huir para no enfrentar el amor que nos colma las entrañas, la fuerza que invade nuestras manos, la libertad de la que nacimos y que se distancia solo por los espectros distractores que no combatimos a diario. Pacha mama pido perdón a ti que eres todo para mi, a ti que eres el reflejo de lo que hago mal y de lo que hago bien, en ti reposo solamente cuando te miro, así me reconozco, por que somos la misma cosa. Prometo guardar silencio y gritar cuando este a solas. Reír gritando cuando me acompañen y silenciar mi boca cuando las palabras sean transparentes y bonitas.

1 comentario:

JESE dijo...

esto es dedicado a ti...

Canto de la Pachamama (I)


He querido escribir, más que nada vivir
intensamente,
estar en el aroma, en la médula de las cosas.
Tantos fantasmas dijeron amarme
y sobre ellos me derramé como la lluvia de anoche.
La que ame fantasmas se convertirá en lluvias,
largas lluvias en la aurora.
Irán enamorándose los árboles, la apasionada tierra de tu espacio
y te poseerán los duendes mensajeros de la celosa señora soledad
y será ella el sol que entra por tu mañana
y el agüita mansa que se filtra y ocupa tu casa vacía
y la fibra misma de tu pétalo y tu camino.
Hay una pena, es cierto, mas hay un gozo entrenado en el misterio,
en la lengua tibia de la poderosa señora soledad.
He querido romper el miedo y vivir
y estar siempre cerca de algún cuerpo caluroso,
mas ya no sólo se pierden trenes ni poemas
ni billetes del imperio
ni lentes para ver de lejos en la noche
cuando ya no te llevan de la mano.
Ahora se pierde el cansado nombre de sumisa.
Llámate flor, llámate fruta, hija de ti misma,
amor predilecto de la sabia señora soledad
y viste sus túnicas y collares de semillas y corales
y ciñe su cinta ancha a tu cabeza
y deja que tu pie camine familiar en su sandalia
y que tu soleado ojo conozca el desierto
intensamente, igual,
enteramente, como a las lluvias que amanecen.