lunes, 2 de julio de 2007

Un día cautivo de la acción



La escritura…todo acto que se sufre con hedonismo


A las 5:30, en una tarde algo calurosa y con escaso viento, en la que se sentía agotada, perturbada, muy sola, muy bonita, entró con inseguridad al Museo, miró a su alrededor. A lo lejos vio algunas personas observando las exposiciones. Después de preguntar en la recepción su costo, decidió no verlas. La razón por la cual había ido, era la conferencia de los tres escritores, que luego de indagar mejor, era a las 7:30 de la noche. Se dirigió a la cafetería que no conocía, atravesó un salón lleno de niños pequeños sonriendo, jugando y departiendo en lo que parecía una celebración de cumpleaños de alguno de ellos. Al escucharlos cantar el Happy Birthday lo confirmo. Eran muchos, para llegar hasta la cafetería era preciso esperar a que todos dieran espacio. La miraban con sus caritas graciosas. Ella se sintió complacida pero al mismo tiempo deseo tener algo que ver en la reunión. Si bien es cierto muchas mamás, por la expresión de sus caras, daban la impresión de querer tener la edad de aquella chica sola, para poder ir a un Museo con toda la libertad del mundo un viernes en la tarde, o a donde fuera, a ella en particular, le parecía que estar en el lugar de esas mamás con sus chicos pequeños era lo que hubiera querido, pero sin hijos y sin pareja, eso era imposible de momento. Sin amor, una imposibilidad de hecho. A esa edad, un sueño…realizable cuando el sueño pasa al nivel de realidad inconfortable.

De algún modo volvió en sí. Despertó y se lleno de fuerza por el privilegio de estar allí, sin premura, sin presiones, con la libertad de sentarse a tomar algo que no es de su total agrado. Algunas veces sus papilas gustativas escogen por ella.

- Buenas tardes, como estas, hazme un favor me regalas un expreso, lo pago aquí?, no?, ah! allá, en frente, bueno, gracias-.

La cafetería cuenta con ventanas que van del piso hasta el techo. Pudo observar uno de los patios del panóptico, que mezcla estilos de la época de la inquisición y del período colonial. La vegetación imperante en un verde fresco y el café degradado de las viejas paredes de los edificios circundantes, le da aspecto de convento. Esa visión la tranquilizó. En principio no dejó de mirar a las pocas personas que se encontraban allí. Una pareja madura, que discutía con agrado citas incumplidas y que termino con la huida del hombre cuando la mujer persistió hasta los tuétanos, los de la joven también se vieron afectados. Dos mujeres entre los 35 y 40 años que hablaban de arte en otros países y del viaje de sus amigos artistas a otras ciudades del mundo. Tres personas que la miraron con cierto asombro cuando se sentó en una de las sillas metálicas de una mesa grande, desde la cual vio pasar gente de un lado para otro. Papás, mamás, y niños que le pedían a la mesera pitillos que se transformaban en espadas de héroes o villanos comprometidos con batallas que salvarían al mundo o lo exterminarían. Una niña pequeña que hablaba sola y corría con total naturalidad, de vez en vez la miraba sonriente, con una ternura sin par. Hacia media hora se habían visto en el baño. Otras pequeñas hacían uso de su adrenalina colgándose de barandas y actuando como contorsionistas profesionales. –Cuidado- pensó, después lo dijo en el tono de un murmullo. Se remonto a un pasado, el de hace 10 años atrás y recordó que entre muchos de los alias que le fueron concedidos por sus papás, la coordinadora académica del colegio donde estudio el bachillerato y otras niñas con tendencia a la tiranía, que extrañamente la respetaron por su tendencia al liberalismo. Sí, los polos opuestos se atraen, ella se autobautizó: mica. Subía a donde fuera, se tiraba de los árboles, flexionaba sus brazos de maneras impensables, aun se atreve. Niña de caucho, con un corazón de cristal.

Pasados unos minutos de lectura que se autodedico por pura y física, esto si que es figurativo y ella lo sabe… dignidad, como con el anterior alias, un papá de unos 45 años, con su hijo de 5 se sentaron en la mesa en la que ella se encontraba. En ese momento pidió otro expreso. El café estaba haciendo efecto, pero esa sensación la tenía incomoda y temblorosa.

Cada página plasmaba los pasos dados, cada palabra aplaudía su decisión mas frecuente. Todo el que no conozca su historia esta condenado a repetirla. Por ello repetía cuantas veces fuera necesario párrafo por párrafo. Mientras más intrincada era la lectura, mas deseos tenía de proseguir, de entender lo que ahora se reflejaba desde la barrera, ya no desde su propia experiencia, de seguir siendo así, no entendería. Igual no deja de vivir instantes de obnubilación.

El padre con apariencia de hippie y hombre contemporáneo a estos días, hacia la voz del amigo del personaje principal representado por su hijo. El niño mantenía un carro pequeño y rojo, al que daba vueltas entre sus manos. Su papa tenía un muñeco que podía articularse perfectamente por la confección de su estructura. En algunas ocasiones la joven levantaba la cara y los veía jugar. El niño se quedaba muy seriecito mirándola, insinuándole que no los mirara más, que era una cuestión entre él y su papá, sin embargo cuando los dos partieron y el padre pagó la cuenta de un té de frutas, el niñito se quedó mirándola con la expresión de un niño de 15, que siente curiosidad por una niña que es mayor a él.

Llegó la noche y solo algunos niños se quedaron jugando. La tertulia de papás, consistía en la reunión de 4 personas que reían al calor de un tinto y anécdotas pasadas suyas y de sus hijos. A la cafetería llegó un hombre con dos mujeres y una joven de la edad de la chica sola en busca de un real viernes cultural. En seguida se instaló una pareja en la que la mujer miraba a la chica sola si su compañero lo hacia, por eso la chica decidió no verlos mas. El hombre de familia no la dejaba de ver, a veces se concentraba en la conversación que mantenía con sus interlocutoras, otras veces su mirada y la de la joven se encontraban en ese extraño espacio para ella. De a momentos creyó que él realmente se sentía no solo atraído, también interesado por algo que ella jamás sabrá.

Así termino la lectura, entre miradas de muchos y las de ella, entre pensamientos o casos y cosas de su vida real, entre imágenes y preconceptos concebidos al sabor de una taza inscripta con el logo del mejor café del mundo: Juan Valdez. El tercero y último de la noche le permitió guardar el libro y pagar los otros expresos con espasmos estomacales y una alteración, en parte sicosomática, del sistema central nervioso. Casi sufre de un colapso al caminar unos diez pasos hacia el baño, pero decidió estar contenta, venían…la esperaban 2 horas de su atención encerrada con otros tantos, para repasar, verificar y descubrir palabras escritas, sobre el amor con odio o con amor por tres poetas escritores.

La gente del staff de algunas marcas que promocionaban el evento, la rodeaban con sus afanes. Una mujer de unos 40 años, con acento español, hermosa, alta y sofisticada dirigía la escena –aquella, que finalmente manejo la también española escritora, con mas años de belleza-. Frente a la pequeña y espigada jovencita colocaron una mesa con libros y cada rincón del hall era invadido por gente de todas las edades, a excepción de niños. Veía como se agolpaban a la entrada. La hora de inició se acercaba. Pero ella tenía un caldo de cultivo dándole vueltas la cabeza. Esa hora la encontró. Buscó, no tenía a la mano una libreta de anotaciones y usó el reverso en blanco de unas fotocopias que solo eran para su archivo personal.

-----Si lo viera, yo pasaría derecho, como quien no quiere la cosa pero la cosa -como él le decía a su primer affaire-, estaría en frente, que no era una cosa, en su caso, eran muchas cositas serias. Juntos amantes inter indisciplinados, seriamente comprometidos. Todo gravitaba en empíricas convivencias románticas y trágicas. Reunión de un sin número de ideas prejuveniles que nos deleitaban en una tragicomedia, escrita a pulso en esos años. Nos dolía todo, carecíamos de mucho pero nos veíamos como el todo indefinido, indescifrable por sufrir del sentimiento amoroso de una manera oscura. Iguales asimétricos. Comparados entre si, por existir el punto de encuentro, que no se patentó, se desmoronó lentamente con el tiempo para postergar el final y vivir el momento. Lo típico de lo atípico. Mientras se derribaban sofismas de distracción ocasionales –los otros- que podían acaparar lo importante –lo nuestro-, caímos como fichas distantes una de la otra, solas en un juego en donde cada golpe producía un moretón que en algo llenaba la carencia y sumaba a nuestras espaldas experiencia, por si no te has dado cuenta. La soledad nos habitaba… el juego se fortalecía sin consideraciones. Lo he pensado. He vivido. Todavía te amo. Eso es todo y nada. Es un deseo roto que me hizo mirarte al borde de la cama mientras dormías, pero no sé hasta cuando.-----

“La lectura es un acto pecaminoso, clandestino y divertido como el sexo, y además tan intenso y placentero como la vida misma”

Las forma de la pereza de H. A. F.