Sin mirar atrás, sin perpetrar en lo más
hondo. Tomando la ruta. Fijando la mirada en el astro que todas las noches
envuelve debilidades y devuelve fortalezas entregadas que desgastan el cuerpo,
la mente y el alma. Gloriosa se posa cada noche como un regalo jamás
solicitado, nunca entendido y siempre tan esplendoroso que poco aparenta su
dolor más oscuro. Enloquece lógicamente el pensamiento dormido que me acompaña,
lo abre en forma de signos sin que lo perciba nítidamente, sin que pueda
imaginar vivir de sueños. Presiento que el proceso me hará despertar en ellos
producto de las pesadillas: claves con un disfraz macabro nunca equivalente a
su verdadera piel.
domingo, 30 de septiembre de 2007
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