sábado, 16 de junio de 2007

Mi blusa no atoro sentimientos

Un ser humano antes que mujer moviéndose en la noche, partiendo hacia algún lugar de su corazón en un espacio ajeno, vacio y de rarezas, unas importantes, otras intracendentales. Las mismas que ocupaban su campo visual de a momentos, tocaban su nariz y se iban como niños risueños en un lugar de diversiones, helado y maizitos. Sueño real que construimos en la noche –de distintas maneras- para proseguir con la infancia. Intentamos extender la emotividad de esos años cuando el cielo nos ofrece sus estrellas. Fue impreciso pero no somos perfectos y de ese modo mi gozo fue mayor. La tranquilidad no me dejo y la humanidad no abandono su autenticidad. Cada uno fue, nos percibimos, nos miramos. La autolealtad arribo cuando las sensaciones eran menos certeras y eso cambio el curso de lo incierto a un estado de contemplación que también tiene su curso, que se mueve en mi vientre y expresa una sonrisa feliz en mi boca. Ser tan parecido como diferente.